La obra de teatro de Carles Alberola, protagonizada por Jon Plazaola y Noemi Ruiz, provoca risas y reflexión a partes iguales acerca del amor y los sueños.
Con el segundo ‘Clásico’ futbolístico en menos de una semana, la obra de teatro ‘Mandíbula Afilada’ convirtió al Teatro Auditorio en la mejor alternativa para la noche del sábado. Jon Plazaola y Noemí Ruiz interpretaron la obra de Carles Alberola de forma magistral. Lo que en un principio parecía simplemente una comedia romántica, da un giro en el que la reflexión acerca del amor, los sueños y la infancia se convierten en el hilo conductor del diálogo de los protagonistas.
Desde el comienzo, se ve que Juan y Laura se aman. Sin embargo, no parecen coincidir en el momento adecuado para sellar ese beso que el público espera desde el primer momento en el que se saludan y “casi” se dan. Las palabras entre ambos, mezcladas con recuerdos, anécdotas… tropiezan constantemente impidiendo el acercamiento que desean. Hasta que Laura se planta y le confiesa el motivo de su visita: que, aunque se va a casar con Guzmán, está enamorada de él. La reacción de Juan es un tanto violenta pero esperada y, finalmente, le reconoce su amor por ella. Cuando todo parece indicar que van a pasar al dormitorio, suena el timbre de la puerta en repetidas ocasiones y la obra da un giro. Laura vuelve a entrar, totalmente cambiada, indicando al espectador que lo que acaba de ver no es sino el sueño de Juan, enamorado de ella desde que se conocieron en el instituto.
Profunda reflexión
A partir de este momento, Laura no es la niña enamoradiza de la primera parte sino una adulta desengañada por la vida que se conforma con la opción menos mala o más cómoda. No viene a declararle su amor a Juan sino a decirle que, pese a haberle enviado una invitación de boda, prefiere que él no esté. De nuevo, elige la opción más “lógica”. Es aquí cuando comienza la reflexión acerca de cómo nos hacemos adultos y nos resignamos a perseguir nuestros sueños. “¿Cuándo vas a dejar de soñar despierto? Somos lo que somos y nunca seremos lo que quisimos ser” le dice Laura a Juan cuando éste le confiesa su amor y cómo ha imaginado la vida a su lado. “Ay Juan, ¿cuándo vas a dejar de soñar las cosas antes de vivirlas?” es la frase demoledora que ella le recrimina y que resume la obra. “Tampoco nos va tan mal, no soy demasiado infeliz”, sigue diciendo mientras él insiste en que están hechos el uno para el otro.
Pero, poco a poco, ella parece ir bajando sus defensas y acaba aceptando la posibilidad de estar juntos. Pero sólo una noche. Laura le pide a Juan pasar la noche juntos antes de que, por la mañana, vuelva a su vida ordenada y racional con Guzmán. Tal vez la felicidad se trate de eso. De una noche. De un momento. De un recuerdo. O no…