El alcalde de Roquetas de Mar, Gabriel Amat, y el concejal delegado de Aguadulce, Juanjo Salvador, acompañaron a los vecinos en la solemne Eucaristía.

Por segundo año consecutivo, Nuestra Señora del Carmen, patrona de Aguadulce, no pudo hacerse a la mar ni recorrer las calles de la localidad. Pero eso no supuso ningún  impedimento para que vecinos de todo el municipio y de otros cercanos le rindieran un homenaje en su día grande en una solemne Eucaristía que resultó, con permiso de la Hermandad, casi más emocionante que las procesiones.

Bajo el trono de la Virgen, ponía el párroco, Antonio J. Martín Acuyo, las intenciones de todos los vecinos y pedía consuelo para las familias que han sufrido y sufren a causa de la pandemia. “Ella es nuestra intercesora y lo importante no es que la llevemos en procesión, sino que la llevemos en el corazón”, afirmó.

La Eucaristía comenzaba con el repique de campanas del nuevo campanario, construido con la colaboración del Ayuntamiento de Roquetas de Mar, a cuyo alcalde, Gabriel Amat, quiso dar las gracias públicamente el párroco, así como al concejal delegado de Aguadulce, Juanjo Salvador, ambos presentes en la celebración. Junto a ellos, el pregonero de este año, el farmacéutico Pablo Martínez Álvarez.

La iglesia parroquial, que mantuvo un aforo del 50%, se quedó pequeña una vez más para acoger a tantos vecinos que quisieron acompañar a su patrona, entre ellos representantes de las distintas cofradías del municipio. Acompañaban a la Junta Directiva y miembros de la Hermandad de la Virgen del Carmen, camareras y costaleros, que a lo largo de todo el día, desde las 10 de la mañana y hasta las 10 de la noche, atendieron el templo para facilitar que cientos de personas acudieran a rezar ante la imagen de la Virgen.

La Eucaristía fue acompañada por el Coro parroquial de Nuestra Señora del Carmen, cuyo director recibió un reconocimiento por parte de la Hermandad, y por la banda Unión Musical de Roquetas de Mar, que en la víspera había ofrecido un concierto en los jardines del singular templo.

Sus tambores y marchas fueron el punto de inflexión cuando, una vez terminada la celebración, los costaleros se situaron bajo las andas del trono y bajaron la imagen del presbiterio para acercarla a los fieles. Un momento en el que, con las luces apagadas y la emoción de sentir la mirada de la Virgen en cada uno de los corazones de los presentes, muchos no pudieron aguantar las lágrimas. Con vivas a la Virgen, a los costaleros, a Aguadulce y a Roquetas de Mar, finalizó la celebración que, sin duda, quedará para el recuerdo en la historia de esta parroquia y del patronazgo de Santa María del Monte Carmelo, intercesora de Aguadulce.