La representación de «La vuelta de Nora» fue todo un éxito el pasado sábado

Noche de frío en Roquetas. Noche de abrigos, bufandas y sombreros para luchar contra el helor de la calle. Un frío que contrasta con la calidez de la chimenea que preside la habitación donde se desarrolla la obra de Lucas Hnath. Parece como si el director, Andrés Lima, hubiera diseñado la primera escena, precisamente con un primer plano de los troncos ardiendo en la chimenea, para reconfortar a los cientos de roqueteros que el sábado casi llenaban el patio de butacas del teatro auditorio.

Lo que ni ese hogar de leña, ni la cálida luz que entra a través de los ventanales puede disimular es la frialdad de Nora (Aitana Sánchez Gijón), esa Nora que hace 15 años salió de aquella misma habitación dejando tras de sí a su marido Torvald (Roberto Enríquez), a sus hijos y a la niñera (Marisa Díaz Lago).

Nora aparece en escena con espectacular vestido de alta costura que representa el gran éxito como escritora feminista y antimatrimonio que ha logrado durante los años de ausencia. Ahora, la necesidad de obtener el divorcio de Torvald la obliga a regresar a aquella casa y a encontrarse de cara con los reproches de la niñera, su exmarido y su hija (Elena Rivera).

La obra hace que el espectador, en muchos momentos, se remueva incómodo en su butaca, sintiendo a ratos admiración por el coraje de Nora y a ratos pena, mucha pena por el frío personaje despojado de sentimientos que interpreta Aitana Sánchez Gijón.

Esos mismos momentos de incomodidad son los que hacen que el público se meta de lleno en la obra y que se mantenga en vilo hasta el desenlace final de la misma.

Se baja el telón y, aún con el encuentro de sensaciones rondando la cabeza, es hora de volver al frío de la noche roquetera.

Sinopsis

Esta obra escrita en el año 2017 por Lucas Hnath es la secuela de ‘Casa de Muñecas’ de Ibsen. Comienza con una llamada a la puerta, la misma puerta que Nora cerró de un portazo 15 años atrás justo antes de que cayera el telón. Y es ahora un autor contemporáneo quien toma el relevo a Ibsen y desarrolla la acción, explorando el caos emocional resultante por la vuelta a casa de Nora.

Después de abandonar su casa, a su marido, sus hijos y su niñera, la protagonista se ha convertido en una exitosa escritora feminista. La razón de su vuelta es formalizar los papeles de divorcio, para lo que necesita la firma de su ex marido, Torvald.

Durante el transcurso de la obra, Nora será cuestionada sobre sus actos y el tiempo que ha estado desaparecida (llegando incluso a darla por muerta), así como recriminada por las consecuencias de su huida, expresadas desde cada uno de los puntos de vista de los personajes.

Su estreno en Broadway fue la sensación de la temporada, ampliando su temporada en exhibición, muy por encima de las obras no musicales. Críticas tan rotundas como “La mejor obra de la temporada” (The New York Times) o “Lo único que quiero hacer el resto de mi vida es hablar de “Casa de Muñecas, Segunda Parte” (The Washinton Post) ayudaron a este fenómeno que cosechó ocho nominaciones a los Tommy, entre los que destacan Mejor Obra, Mejor Dirección y Mejor interpretación.