La artista, que colgó el cartel de sold out hace semanas, no defraudó y mostró todo su talento y fusión ante un público completamente entregado
Hacía semanas que no quedaban entradas. Y no defraudó. Niña Pastori puso el mejor broche de oro posible a ‘Roquetas en Clave de Flamenco’ ante un Teatro Auditorio que se deshizo en halagos con la artista. La de San Fernando presentó su último álbum ‘Desde la Azotea’, toda una exhibición vocal e instrumental que dejó grandes detalles de talento y madurez artística. Con un vestido negro largo y cazadora vaquera de lunares y volantes, comenzó con los temas ‘Dime quién soy yo’, ‘Amor de San Juan’ y ‘Puede ser’.
Niña Pastori lleva desde los ocho años encima de un escenario. Derrocha temple, saber estar y controla los tiempos de una forma magistral. “Me hacéis muy feliz”, decía a un público que, ante la menor ocasión, aprovechaba para gritarle “guapa”. Estuvo acompañada en todo momento por unos músicos con marcado carácter internacional y cubano, con los que explicó que compartimos tantas cosas a nivel musical que es imposible no tenerles en cuenta. La percusión fue donde más se pudieron escuchar esos ritmos latinos, con unos timbales y campana que recordaron en algunos momentos a melodías de la salsa vieja. Por su parte, dos coristas, Sandra y Merche, tuvieron gran protagonismo con unas voces a la altura de la ocasión.
Así, el concierto avanzó rápidamente hacia su mitad, donde la de San Fernando sacó su lado más puro y flamenco cantando por bulerías. Con una pantalla en la que se intercalaban imágenes de Niña Pastori bajo un arco con otras que hacían referencia a los distintos temas, sacó toda su garra y voz, a veces incluso descalza sobre el escenario. Durante la canción ‘Válgame Dios’, una niña se acercó al escenario y le entregó un oso de peluche, gesto que la artista reconoció lanzándole un beso. ‘La Azotea’, ‘La habitación’, ‘Cuando te beso’ o ‘La orilla de mi pelo’ se sucedieron en la parte final del concierto. Cuando disfrutas, el tiempo parece acelerarse.
Tras despedirse, el público no paró de pedir más. Y, de esa forma, acompañada con tan sólo un piano (y después con la banda) interpretó ‘Cuando nadie me ve’, un tema de Alejandro Sanz que parecía escrito para ella. ‘Caí’ y ‘Y para qué’ pusieron el punto y final a una noche con flamenco, fusión y mucho arte. Niña Pastori demostró por qué su música ha traspasado las fronteras españolas, consolidando un sello y una marca personal inconfundible.