El Santísimo Cristo del Mar vivió el sábado su procesión más multitudinaria de sus once años de historia que marcan esta cita devocional como una de las más importantes del calendario cofrade roquetero. No en vano, es, para muchos de los asistentes, una de las procesiones más bonitas del municipio que este año coincidió con el fin de semana de mayor afluencia turística del año, mostrando esta tradición a los visitantes en todo su esplendor. Fueron tres horas de recorrido en las que el Cristo estuvo acompañado por cientos de personas y en las que se vivieron momentos muy emotivos que llenaron el desfile procesional de detalles.

Ya en el interior de la iglesia de San Joaquín y Santa Ana, tras la finalización de la Eucaristía y la solemne entrada en el templo de los costaleros-marineros y la Agrupación Musical Arroquia Martínez de Jódar, los asistentes se emocionaron con la voz en directo de dos tenores que llevaron a algunos miembros de la prehermandad a las lágrimas. La primera levantá fue realizada por la madrina del Cristo del Mar, María Pintor, y dedicada por los costaleros a los hermanos difuntos.

La salida del templo fue seguida por cientos de personas en la plaza de Benedicto XVI y anunciada entre cohetes. Ya con el paso en la calle, el alcalde, Gabriel Amat, realizó la levantá que daba inicio al recorrido: calle Armada Española, calle Marina Mercante, Avenida Sabinar y calle Faro, mientras caía la noche. Al llegar al Castillo de Santa Ana se agolpaban miles de personas, móviles en mano para inmortalizar la belleza del momento, sin que se distinguiera cuántas de ellas se habían encontrado con la procesión en su visita al mercado medieval o cuántas aprovechaban su deseo de ver al Cristo para disfrutar del mercado.

Lavapiés

En la explanada del Faro, el Cristo fue bajado del paso y llevado a hombros hasta la orilla de la playa, donde se procedió al tradicional lavapiés por parte del párroco, el alcalde, la madrina, el jefe de la Policía Local y los concejales José Juan Rubí y Luis Miguel Carmona, además del sacerdote Ginés García. Antes de volver al Faro, un grupo carnavalero de jóvenes del Puerto dedicó al Cristo una emotiva copla.

El Cristo del Mar continuó su camino, tras la levantá realizada por la concejal Eloísa Cabrera, por la rotonda de Las Velas, Avenida José Amat Benavides y calle Armada Española hasta regresar al templo, donde fue recibido por un impresionante espectáculo de fuegos artificiales y donde los costaleros hicieron bailar el paso por última vez antes de recogerlo. Se apagaron entonces las luces de la iglesia de San Joaquín y Santa Ana dejando para el recuerdo la cara del Cristo iluminada tan solo por las velas de la candelería y el deseo de que pase pronto el año para poder volver a ver el Cristo del Mar recorriendo las calles de su barrio.