El poeta granadino participó en el Aula de Literatura de Roquetas de Mar.
Luis García Montero fue el protagonista del Aula de Literatura de Roquetas de Mar celebrada en la Biblioteca Municipal que registró un lleno total para escuchar al poeta granadino. El concejal José Galdeano fue el encargado de dar la bienvenida al escritor, mientras que Pilar Quirosa, coordinadora de la actividad, hizo la presentación oficial de García Montero.
El poeta granadino leyó una serie de poemas de los cuales dio una breve explicación. Comenzó con la lectura del poema ‘El dogmatismo en la prisa de las ideas’. “Es un poema que cuenta un paseo por la orilla del mar viendo el atardecer, pero es también es un reencuentro con la lentitud, la capacidad de pensar las cosas. Para mi la poesía es capacidad de matización, es la búsqueda de palabras precisas, la búsqueda de hacernos dueños de nuestras propias ideas. Los dogmas son la prisa de las ideas”.
“Estamos acostumbrados a vivir en un mundo de titulares, de blanco y negro, de si y no, de esto o aquello, y el mundo por fortuna está lleno de matices. Lo dogmático intenta reducir la realidad, acomodar pensamientos estrechos. La poesía intenta matizarlo todo para ofrecernos un horizonte mucho más libre y eso es lo que yo quise contar con mi poema ‘El dogmatismo es la prisa de las ideas”, explicó Montero.
Después leyó otro poema vinculado a los recuerdos del poeta con su dedicación a la poesía, titulado ‘Primeros versos’. “Intenta unir la persona que soy y va envejeciendo con el recuerdo del adolescente que fui, empezando a escribir, manteniendo la lealtad a la poesía como un sentimiento de apuesta por una belleza que tiene una carga ética de compasión, de reunión con el mundo, con un mundo en el que la injusticia no nos deje indiferentes y en el que podamos buscar los fundamentos de la condición humana”.
“Una de las lecciones que yo creo fundamentales para el aprendizaje de la poesía es el conocimiento de la soledad. Entiendo la soledad como un ámbito de independencia. La poesía me gusta identificarla con ese momento en el que uno responde a su propia conciencia y no admite ningún tipo de consigna, ni de tipo patriótico, ni religioso, ni racial, ni de tipo político”, confesó García Montero, mientras daba lectura al poema ‘El caballero del otoño’ donde García Montero hace un recuerdo del aprendizaje de la soledad.
Luego leería el poema ‘Madre’ que está vinculado a la madre del escritor granadino. “Es la persona con la que más he discutido yo a lo largo del tiempo. Tardé mucho tiempo en escribir un poema a mi madre. Mi madre sacrificó sus estudios por su familia, ya que se casó muy joven y luego tuvo seis hijos uno detrás de otro. Sacrificó también la idea que tenía de estudiar y visitar París. Tuve la necesidad de escribir el poema para contarle mi amor por su sacrificio de habernos sacado a todos adelante”.
García Montero subrayó que “un poeta no es la persona que siente, un poeta es la persona que intenta utilizar las palabras para hacer sentir a los demás, para crear efectos en los demás. Como la materia del sentimiento es muy peligrosa, uno de los mayores peligros de la poesía es la cursilería. Ponerse poético no tiene nada que ver con ser un cursi. Además detrás de un cursi hay un hipócrita”.
El granadino continuó con el poema ‘Primer día de vacaciones’. “Forma parte del libro ‘Habitaciones separadas’, es un libro de crisis que publique a principios de los años 90 con poemas escritos a finales de los años 80. Se titula Habitaciones separadas porque yo había echado los sueños de mi casa”.
“Los sueños tienen la virtud de corromperse constantemente y a mi se me habían llenado de cicatrices y los eché de mi casa, pero cuando uno echa los sueños de su casa, tiene el peligro de convertirse en un cínico y me asuste de lo cínico que me estaba convirtiendo, le pedí a los sueños que regresaran pero llegamos al pacto de dormir en habitaciones separadas”, explicó el poeta.
En este acto poético también se recordó la figura de Federico García Lorca. García Montero le dedicó un poema y subrayó que “García Lorca fue un hombre fundamental en mi formación como poeta. En la Biblioteca de Casa estaban las obras completas de García Lorca y yo me deslumbré en la adolescencia con él, y mis primeros poemas son imitaciones de García Lorca. Aprendí que escribir es tomar decisiones”. Leyó el poema ‘Huerta de San Vicente’.
También recordó a Rafael Alberti, poeta al que García Montero tuvo la suerte de conocer. “Fue un gran amigo. Dedique mi tesis doctoral a Rafael Alberti y en el poema que le dediqué también se cuentan algunas anécdotas. Alberti como persona mayor dormía cada vez menos, se despertaba a las cinco de la madrugada y a las siete de la mañana ya estaba llamando por teléfono. Tengo también un recuerdo imborrable que era verlo pasar de los grandes factos literarios a la soledad de un pequeño apartamento en la Plaza de España. Era un ser estupendo”.
Luego leyó un poema de amor titulado ‘La inmortalidad, especie de autobiografía ética al hilo del amor. “El amor es un territorio importantísimo para la poesía, porque uno de los caminos mas fértiles de la poesía del siglo XIX ha sido la toma de conciencia de que la emancipación y la libertad pasa también por una transformación de la vida cotidiana. El amor más que cerrar los ojos te los abre al mundo y a la reflexión de la realidad. Me gusta leer y escribir poesía amorosa”, subrayó.
García Montero leyó un poema inédito titulado ‘Mónica Virtanen’, una declaración de amor a Buenos Aires, “una ciudad a la que quiero mucho y siento muy mía. Es también el recuerdo de una historia de amor en Argentina. Cuenta una historia de un trasbordo, pasando unas horas en aquella ciudad donde viví una bonita historia de amor”, explicó. Y acabó la lectura con dos poemas, los titulados ‘En cada lealtad hay un rumor de transparencia’ y ‘Tal vez nos vamos de nosotros mismos, pero queda casi siempre una puerta mal cerrada’.