Media hora antes de subirse al escenario la Sonorosa, a las puertas del Castillo de Santa Ana había una gran cola de público esperando para disfrutar del espectáculo ¡Todos se burlan de mi!’. Mereció la pena la espera, puesto que el cierre del Festival de Música Antigua de Roquetas de Mar ‘Mare Musicum’ fue un rotundo éxito, tanto que al final del espectáculo, el público estuvo varios minutos en pie aplaudiendo el excelente trabajo de todos los componentes de La Sonorosa.
Y es que sobre el escenario e incluso en algunas ocasiones interactuando con el público, los miembros de La Sonorosa mostraron su gran capacidad interpretativa. Con un espectáculo de carácter cómico y satírico, donde se ilustraba la moda de tocar la guitarra a lo español en los círculos cortesanos franceses de principios del siglo XVII, la Sonorosa entusiasmó al público.
La puesta en escena tenía lugar en el salón de una dama española que vive en París y recibe inesperadamente la visita de un grupo de músicos españoles encabezados por Don Luis de Briceño. Estos, iniciaban un sarao donde las guitarras, la danza, la música, la vivacidad, la recitación y la picardía eran protagonistas.
Un air de cour interrumpido, una novia exigente, un casado indignado, una dama que se acusa de incumplir los diez mandamientos, el juego del villano, unos platos rotos, un cura, un tuerto, un buen vino, una mujer insaciable y muchas otras cosas, acompañaron a Don Luis en su empresa de defenderse de los que se burlaban de su guitarra y de su son.
La Sonorosa creó este espectáculo a partir de la reconstrucción estética y musical del libro “método mui facilissimo para aprender a tañer la guitarra a lo español” que publicó Luís de Briceño en Paris en 1626. La iconografía, las fuentes musicales, literarias, y las crónicas, han sido los pilares de la creación de este espectáculo.
La puesta en escena mezcla la música cantada e interpretada instrumentalmente, siguiendo rigurosos criterios históricos, con el teatro y el baile. Estos intérpretes, que acceden al escenario por el centro del patio del Castillo de Santa Ana, desbordaban una hilarante sátira con las guitarras y un violín en confrontación con la música de un laúd, en principio más apreciado por las cortesanas.