Decenas de niños y niñas, acompañados por sus padres, disfrutaron del clásico ballet

Con el telón del Teatro Auditorio hasta abajo y la luz fría de la puesta en escena, la magia de `El Lago de los Cisnes´ se adueñaba de las tablas del escenario del Teatro Auditorio pasadas las 21:30 horas. Decenas de niños y niñas, algunas hasta con corona, disfrutaron del cásico ballet durante más de dos horas.

Con la música romanticista de Piotr Tchaikovsky, los pasos de las bailarinas abrían el primer acto que transcurrió en el jardín del castillo del príncipe Sigfrido donde el joven celebrara su vigésimo primer cumpleaños. Telón arriba y se vislumbró la cuidada y espectacular puesta en escena. Las artistas con faldas de tul se movían alrededor del escenario con templanza y cuidando cada movimiento hasta el más mínimo detalle.

Una historia de amor, protagonizada por la lucha eterna del bien y del mal y el hechizo del malvado Vol Rothbart. Sigfrido, enamorado de Odette, vive una confusión a lo largo de los cuadros del espectáculo por el padre del cisne negro. El plumaje del cisne negro, Odile, seduce al príncipe Sigfrido en la corte y teje junto al hechicero la condena de uno de los amores más trágicos y más conocidos del ballet. Cuando la conquista del tercer acto estuvo asegurada, el brujo toma a la bailarina por la cintura y la aleja del caos generado, mientras que en el rostro de ella una sonrisa que esbozaba victoria. También hubo hueco para un pase del cisne negro, Odile, con atuendos flamencos, característicos de Andalucía. Con peineta, abanico y labios rojos bailaba al son de notas musicales aflamencadas con la orquesta de Tchaikovsky.

El cuarto acto se desencadenó en la orilla del lago donde las doncellas cisne se agruparon a sus pies. Con sus delicadas y transparentes plumas, Odette busca consuelo entre ellas. De repente, el príncipe Sigfrido apareció en el claro, la tomó en sus brazos jurándole amor eterno. Tras idas y venidas con el hechicero, finalmente, Sigfrido y Odette, salieron vencedores con su amor.

Una intacta trama de romance y traición se despedían del Teatro Auditorio bajo un aplauso cálido de los asistentes y con varias personas acompañándolo de: ¡Bravo!. Además el Teatro Auditorio regaló un ramo de flores a cada cisne como muestra de agradecimiento por el espectáculo. La presencia de una sola bailarina para el rol de cisne blanco y el de cisne negro, y con un final desembocado en la libertad absoluta, hacen de esta obra un viaje al siglo XIX.

Una compañía seria y amplia experiencia

El Ballet Nacional Ruso se funda en 1989, cuando el legendario solista del Teatro Bolshoi de Moscú, Sergei Radchenko intenta realizar su visión de una compañía que reuniera a los elementos más clásicos de las grandes compañías de Ballet Kirov y Bolshoi en una nueva compañía de ballet independiente dentro del marco del ballet clásico ruso. Los principales bailarines de toda Rusia forjan bajo dirección de Radchenko una emocionante compañía poniendo en escena nuevas producciones de clásicos atemporales como Giselle, Don Quijote, Paquita y Carmen.