El alcalde, Gabriel Amat, aclara que en las próximas semanas se realizará la última de las obras necesarias para lograr que un 80% del agua provenga de la desaladora.

Roquetas de Mar ha logrado reducir la conductividad de todo el agua que se consume en el municipio por debajo de 2,5 ms/cm en todos los barrios, gracias a la introducción del agua desalada que se inició en septiembre de 2015 y que se ha ido aumentando paulatinamente desde entonces.

Tal como muestran los datos expuestos por el alcalde, Gabriel Amat, en el pasado pleno, que se encuentran a disposición de los ciudadanos en la página web municipal, antes de la entrada de agua desalada, los niveles de conductividad -es decir, la salinidad del agua- se encontraban entre un 3 y un 4,3; parámetros «que nos indicaban que el agua era apta para consumo pero con incumplimientos, por lo que corríamos el riesgo, si continuábamos abasteciendo al municipio con agua proveniente de los pozos, de superar los niveles máximos permitidos por la Junta, tal como la administración nos llegó a avisar en varias ocasiones, una situación que habría sido muy perjudicial para nuestro sector turístico», explicó Amat.

Por ello, desde el pasado agosto, se continuó la ejecución de obras hidráulicas en el municipio con el objetivo de maximizar la incorporación de agua desalada al sistema de abastecimiento en todo el término municipal. Unas obras que han permitido que actualmente el volumen de agua desalada suponga entre un 60 y un 70% del total suministrado diariamente.

«Nuestro objetivo, tal como anunciamos el año pasado, es que este porcentaje ascienda hasta el 80% y de manera similar en todos los barrios», continúa el alcalde. Es por ello, que en las próximas semanas está prevista el inicio de los últimos trabajos que culminarán antes del verano, con la construcción de una última tubería para la que ya se ha recibido el permiso del Ayuntamiento de Vícar y que permitirá que el agua desalada se distribuya en Cortijos de Marín y La Urba en la misma proporción a como lo hace actualmente en Aguadulce, El Parador y Roquetas centro.

En concreto, en estas tres zonas, la reducción de la conductividad del agua ha sido significativa. Tanto en Aguadulce norte como centro y campillo del moro, este parámetro se encontraba entre el 2,5 y el 3,0 antes de la entrada de agua desalada para pasar a entre 0,8 y 1,0 el 3 de octubre de 2016 y bajar hasta el 0,2-0,3 actual.

En El Parador, Avenida de Roquetas, Avenida Juan Carlos I y Avenida Reino de España, la conductividad se situaba entre un 3 y un 4 antes del agua desalada y se redujo a un 1,0-1,2 en octubre y hasta un 0,3 actual. En La Romanilla y El Puerto, ha pasado de entre un 3 y un 4 inicial a un 1,3 actual; misma cifra que se encuentra a fecha de 3 de enero en Calle Ramón y Cajal y Las Alpujarras, donde se partía de una conductividad de entre un 3,5 y un 4,3 antes del agua desalada.

Por último, en Las 200 viviendas, la conductividad se ha reducido desde un 3,5-4,3 hasta un 1,9, mientras que en Cortijos de Marín y La Urba, que partían del mismo índice, la reducción llega hasta el 2,5 a día de hoy.

Todo ello con una tasa de agua que mantiene a Roquetas lejos del precio que soportan otras ciudades que cuentan ya con agua desalada. «En Roquetas de Mar partíamos de un precio bastante bajo del agua, que no se había modificado desde el año 2010. Por ello, a pesar de que hemos tenido que subir el precio del agua, nos encontramos actualmente al mismo precio que municipios de nuestro entorno que, en el momento en el que comiencen a introducir agua desalada, se verán obligados a incrementar sus tasas«, finalizó el alcalde, Gabriel Amat.