El ganadero ofreció una charla coloquio en el Museo Taurino de Roquetas de Mar.
El ganadero Adolfo Martín fue el protagonista de la charla-coloquio que tuvo lugar el pasado jueves en el Museo Taurino de Roquetas de Mar. El acto estuvo presidido por la primer teniente de alcalde, Eloisa Cabrera y la charla fue moderada por el periodista Benjamín Hernández Montanari.
Eloisa Cabrera tuvo unas palabras de bienvenida a Adolfo Martín del cual aseguró que “nació ya, siendo ganadero. De familia ligada al toro bravo conoce este animal como pocos en España. Vive para la Fiesta, adora el campo y sucumbe al poder de atracción de la dehesa cacereña donde tiene su finca. El Escurial, a pesar de no ser su residencia habitual, es su escondite certero todas las semanas del año, armando la estrategia precisa que eleve al toro hasta el olimpo de la fauna española”.
Cabrera apuntó que “desde Roquetas estamos trabajando de forma convencida, con compromiso y mucha humildad, para ganarnos un espacio entre los que enseñan su banderilla en defensa de la fiesta, reciben al bravo con la respeto de la historia y encasillan la lucha en el albero como parte de la herencia que nuestros hijos tienen derecho a disfrutar”.
Adolfo Martín, que cuenta con grandes amigos en Almería, hizo un repaso a la historia de su ganadería, cómo su toro ha ido escalando desde los años 60 y que en la actualidad “es único e imprescindible, la bandera a la cual se agarra buscando la pureza” y explicó las características del toro de Albaserrada. “Está muy claro, es un toro largo y muy rematado”, subrayaba el ganadero.
“Francia es fundamental en la fiesta de los toros en estos últimos años. Estoy convencido de que si no existiera Francia, aquí hubiera faltado poco para acabar con los toros. En España estábamos acomplejados, los políticos no iban a los toros porque no estaba bien visto, no se lo que pasaba. Francia paró el chaparrón de la prohibición de los toros, yo lo llegue a ver muy negro” explicó Martín.
El ganadero también recordó la tremenda cogida que sufrió en su finca de Extremadura en septiembre de 2012. “Fue algo escalofriante, y estoy vivo de milagro. Gracias al helicóptero que pidieron y el hecho de llevarme al hospital de Badajoz hizo que me salvara, porque cuando llegue al hospital prácticamente iba ya sin sangre. Los que creemos en Dios creo que fue un milagro. Muchos amigos rezaron por mí. Hubo una serie de circunstancias y ninguna falló. Si hubiera fallado una, yo no estaría aquí, estuve 21 días en la UCI’.
“Dentro de mi grupo de amigos, los de Almería son especiales, lo tengo que decir, porque me lo han demostrado. Y un buen día tuve una reacción y regalé una novillada para la Escuela Taurina de Almería, porque no podía corresponder a tanta generosidad. Yo era perito agrícola y vivía fenomenalmente, pero me faltaba esto y necesitaba el campo. La vida del ganadero ahora mismo es muy difícil y de mucho trabajo. Me he movido mucho y he hecho grandes amigos. En Almería tengo ese grupo de amigos que disfrutan conmigo. Yo sigo siendo el mismo para todo”, comentó.
Martín recordó al toro Mulillero, “el toro más bravo y encastado que he visto en mi vida”, al tiempo que explicaba el significado de la palabra casta. “Casta es la capacidad de lucha que tiene el toro, a nivel de transmisión y es la que da emoción en las corridas y que a mi me gusta como ganadero y como aficionado”. Con respecto al trapío, señaló que “es el aspecto que tiene el toro, que te entra por los ojos. Es la carta de presentación que tienes que llevar a un reconocimiento”.
Con respecto al futuro toro, Martín subrayó que “espero un toro que humille, que tenga temple, más raza y más fondo. Hoy la raza se impone en el toro. Si queremos que la fiesta de los toros se mantenga, si queremos que los antitaurinos no nos ataquen tanto, tenemos que contar con un toro bravo y encastao a plaza. El toro tiene que dar un poco de miedo”.